Me miro al espejo por la mañana y no sufro,
y sin embargo no soy el hombre de ayer sino
otro hombre más viejo, y tal vez menos lúcido.
¿Por qué?
Por qué este engaño,
acaso soy un hombre al que se le tiene lástima
y al que de alguna manera es preciso mentir.
1 comentario:
Los espejos no mienten: nos mentimos nosotros mismos.
Me gusta el nuevo estilo de tu blog.
Un abrazo.
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