Cuando mis manos sean lluvia en tu rostro
y los ojos nubes quietas en el cielo azul,
entonces pensaré que tal vez llegue septiembre;
sucederá al contrario que la hoja del calendario,
las hojas nunca caerán del árbol que he plantado.
Sucederán más cosas en el cielo,
como lo harán en el mar y en la tierra;
sucederán los días de mudanza,
la melancolía en las flores,
el bello canto de los pájaros y
el amor después del mediodía.
El viento sensible mecerá las hojas
de este árbol mío;
levantará las huellas del camino
que dejaron en el olvido zapatos crujientes;
livianas ascenderán adonde mis ojos de nubes
/quietas,
serán entonces almohadas donde descansar
a la luz del día.
1 comentario:
Hola, Jose, deja de habitar por un rato las alturas del Parnaso y disfruta descendiendo conmigo al fango de la caverna. Entra en mi blog, hablo hoy de algún buen amigo tuyo.
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