lunes, 11 de abril de 2011

ENTRE TINIEBLAS

Volvía de las tinieblas para regresar a la luz del sol,
y de allí a mi casa de pájaros muertos.
Volvía con la mirada quieta y el espíritu tranquilo,
sabiendo que en los sótanos de la vida, mi vida,
se recluye el esclavo que llevo dentro,
mi yo saturado de mirada de ira y estúpida modestia.

Volvía sin más.
Y ese espacio breve de vida,
el sol calentaba mis espaldas,
era al alcance de mis manos.
Pero yo, solo yo, oscurecidos los ojos,
lo ignoraba necio y no hacía por cogerlo,
ni tampoco amarlo entre todas las arquitecturas.

No sabía que vivimos atados a la tierra,
y luego al hogar, y algunos, me menciono,
a la casa de alas rotas y de huesos que titilan,
atados, eso sí. como dignos azotes de los ojos
que como el mundo giran.

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