Esta sábana que abraza hoy la vida,
mañana tal vez cubra mi muerte.
Sea como fuere tendrá el privilegio,
insospechado, de la flor de azahar,
el aroma blanco e infinito, profundo,
cautivo, de un trozo de mar cualquiera.
Recogerá el fruto que será alivio,
ya sin noches dormidas, ya despierto
en el perpetuo albor.
Quienes me vean me hallarán vestido,
de ropaje de ilusión como pájaro solitario.
Y sucederá igual que en los sueños:
con esfuerzo humilde ella me cogerá del brazo,
y juntos caminaremos sin saber a dónde ir.
2 comentarios:
Nunca se sabe dónde ir. Sólo los hechos hablan, como bien describes.
Un abrazo.
Parece sencillo. Una continuidad natural, pacífica.
Aunque sea un tópico, espero que pases unos días agradables.
Un abrazo fuerte
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