miércoles, 3 de septiembre de 2008

309


Para Cornelis Zitman
y Vera


Arropará esta tierra
la espera de la lluvia
sin remedio a nuestros ojos.

Escondidas ya las siento,
tiemblan las nubes imprudentes
tal vez allí, más allá de la montaña.

Vendrá a nosotros su aliento,
y seremos sin nada que hacer
profundo suspiro de vapor.

Lloverá sobre desiertos y estrellas,
crecerá la vida en años luz, hoy y mañana
en la espesura de lo imposible por fin hecho.

Fuertes manos en esta tierra de bronce,
febriles, ardientes, nubes e inquietas,
tomarán de los ríos el alimento sagrado.

Sin remedio a nuestros ojos
arropará esta tierra
la espera de la lluvia.

2 comentarios:

Maria Coca dijo...

La lluvia siempre ha tenido algo de melancólico. Su agua nos cala el alma, como tu poema.

Besos

carlota dijo...

Qué bonito regalo, la lluvia y el poema. Inspirado en tus vacaciones, parece. Qué suerte.
Abrazo