Suena el despertador.
Su cruel ataque de metal es el toque,
agónico punto final, felicidad que se disipa.
Viene la sombra que me aterra,
y se aleja la música que me despierta.
Queda la lluvia de esta mañana en la ventana,
pero nada viene a mí.
El ruido se levanta frío y cortante,
vertical, hasta la médula.
Entra,
rezuma agitado.
Es simplemente una maniobra de la Muerte.
No es otro sueño torbellino de la emoción
firmeza que acompaña en colores y ropajes diarios
en cabellos despeinados por el aire agitado.
Su cruel ataque de metal es el toque,
agónico punto final, felicidad que se disipa.
Viene la sombra que me aterra,
y se aleja la música que me despierta.
Queda la lluvia de esta mañana en la ventana,
pero nada viene a mí.
El ruido se levanta frío y cortante,
vertical, hasta la médula.
Entra,
rezuma agitado.
Es simplemente una maniobra de la Muerte.
No es otro sueño torbellino de la emoción
firmeza que acompaña en colores y ropajes diarios
en cabellos despeinados por el aire agitado.
Ilustración de Iris Colil
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