(Ezio Sanapo)
En días como hoy,
domingo de verano en la playa,
suele ocurrir que en la presencia
de aquellos que vienen de la ciudad
se esconde la música que ayuda,
amurallada en el cerebro y
que busca la tranquilidad intima.
En minutos horas y segundos,
tiempo infatigable al desaliento,
mis ojos reposan en ti
con la luz de esta mañana festiva,
timida y confusa,
y la travesura de los niños que corretean
tras los pájaros que nunca se dejarán coger.
Y al final sólo restará la esperanza,
"aunque ya nada pueda devolvernos
la hora del esplendor en la hierba
y la gloria en la flor,
no debemos afligirnos porque la belleza
subsiste siempre en el recuerdo"
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