Robert Ford
La soledad entera se desnuda en tus ojos,
muchacha interminable de carnes y amargura,
juraría que un muerto detenido te anida
y te cruza la sangre y, en la sangre, anochece.
Porque eres silenciosa y no tienes ni madre
y tus pechos sólo sirven para hacerme llorar;
porque yo soy de sombra y de distancia, el viento
sobre ti deposita un aroma de hombre.
Grandes besos amargos se mueren en mi boca;
no nacen a tus labios, enemiga nocturna.
Ahora es de noche y sufro. Te escribo oscuramente
la rabia enamorada que me late en los brazos.
Antonio Gamoneda
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