Mantengo firme el pulso de mis ojos,
subrayadores del enunciado que dejaste,
muertas las flores, entre abril y mayo;
cuando los días comenzaban a ser largos.
Firmes como el equilibrio de un funambulista
arropados por las corrientes de aire,
como en una balanza sin pesos,
los ojos, globos de tierra, ríos de luna nueva,
son, pero tal vez no, adjetivos de mi cuerpo,
acompañantes acreditados de esta rueda de huesos,
afortunados vinculos por donde entra la luz temprana,
por donde oscurece sin remedio alguno,
hasta cuarto sombrío donde reposa y tal vez sueñe
un pájaro, por ejemplo, de pico amarillo.
3 comentarios:
El poder de la vista. Un poema muy visual. Me gusta.
Un abrazo.
Me encanta*-* eres muy bueno:) besos
Hola Anónimo,
gracias por tus palabras, pero
¿quién eres?
Saludos :)
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