Los ojos de un día cualquiera,
hoy, ayer, tiempo sin importancia alguna.
Ellos encuentran los días radiantes y serenos,
y también, como escribió Goethe, la noche
para extraviarnos en un laberinto de sueños.
Ellos son, y no otros, la puertecilla por donde
entra la luz. Y da lo mismo, creedme,
día o noche, laberinto o camino llano,
tal es el espíritu de nuestras vidas.
Luego están las hermosas cumbres nevadas
de las cordilleras salvajes...
3 comentarios:
Un poema con un halo de misterio. Hermoso, sosegado y esperanzado.
Besos.
Hola José Luis,
Siempre atento al eterno. Expectante, deseoso de desprenderse de lo superficial...
En eso estamos.
Me deja intrigada el anterior. Parece el deshojar de la margarita pero de alguien que no sabe cuál es la pregunta.
Admirable tu evolución y buen hacer.
Feliz verano!
Se me coló "eterno" por "entorno".
Lapsus!
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