domingo, 21 de febrero de 2010

SIN FUEGO PARA UN CIGARRILLO


Si tan solo descongelas la mirada
notarás que los ojos encuentran y desencuentran,
que tocan el aire, husmean cuellos ajenos,
perfumes de identidad indescifrable.

Y qué me dices de las texturas.
Sabrás que también acarician la piel,
que se convierten en acróbatas, geómetras,
y que trazan, buscan líneas, círculos espectadores.

¿Entiendes? Los ojos ya son bosque,
ya son todo. Pídeme entonces el fuego,
que el humo de este cigarrillo sea
señal convenida, aviso de tu peligro.

1 comentario:

Maria Coca dijo...

Un poema que mezcla texturas con geometrías y fuegos...

Curioso y diferente.

Un abrazo.