Corrientes de agua que movéis el mundo,
llevaos las amargas flores de esta tierra yerma,
y haced creced los bellos vientos ya impacientes.
Estrellas que sostenéis este mundo sinvivir
de despeinados amores y dulces libertades,
acompañadme vestido de corsario entre juncos,
y hacedme historia peligrosa de un bello sentimiento,
sinceridad incomprendida en primera persona,
muerte que nace, imprevisible oxigeno que respiro.
Corrientes de agua que sois hacedoras de firmamentos
dadme de beber y calmad esta tierra sin pena,
el cielo que piso, los temblorosos helechos que tocan mis manos.
4 comentarios:
Me detuve a leer tus escritos. Hay cosas que se dicen, decimos, que se van como el viento. Esos "despeinados amores" con "sinceridad incomprendida en primera persona" nos alertan sobre pequeñas incomunicaciones tan nuestras, amorosamnete nuestras que son parte de las batallas por vivir.Saludos
Todo lo que diga va a resultar absurdo, así que me limito a volver a leer tus versos, suenan a murmullo de brisa.
Yo intuyo en este poema esa fuerte conexión entre hombre y naturaleza de la que hablas a menudo. Hay necesidad de agua, que es vida, en ambos ("temblorosos helechos", un tipo de vegetación propia de las zonas húmedas, precisamente).
Hay por tanto un reclamo de agua y todo lo que conlleva. Hay ansia de renovación, de libertad, de campar por este mundo contradictorio. Me llaman la atención las antítesis "muerte que nace" o "cielo que piso".
Yo voy viendo esas cosas, pero seguro que hay más, mucho más.
Un abrazo
Siempre, siempre, siempre te encuentro en movimiento y eso es magnífico.
Ahora, de nuevo, en el agua... y que no se pare.
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