El agua no mira atrás,
ni tan siquiera resbala
por los cristales de la memoria,
como el hombre los pisa.
Es bello vivir así,
sin el reflejo de una vida pegada
a un cristal,
como el hombre que mira.
No prefiero por ello el olvido.
Me conformo con que mis ojos
miren desde el umbral,
sencillamente amando.
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