Oigo los silencios de mi alma,
murmuran como una abeja a una flor.
¿Qué se traerán entre manos?
¿Tal vez una fiesta sorpresa?
No, imposible.
Nadie me espera,
y mis ojos todavía están abiertos
y poco cansados para el sueño de hoy.
Murmuran los silencios,
mi alma está con ellos, y yo no sé nada;
solo que desconozco mi destino
como conozco lo bello que es.
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