Sospecho de esta extraña armonía,
de este amor de tendidas manos al cielo.
Presiento los dedos avanzadilla a la cumbre
/de la montaña,
viajeros de viejos senderos que no conozco.
Los entiendo como peces,
y en ese pensamiento sé que respiran
igual que las nubes que acunan las piedras
y que duermen en los sueños de los hombres.
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