Gabriela Trejo
Por el cielo y hasta el final del día
ni duermo ni despierto estoy,
ni me acuerdo de nada ni guardo memoria,
sólo luz que talla mi pecho y mis ojos ciega.
Y mis manos apenas cubren mi rostro,
y mis dedos oscurecen la claridad del día,
y mi vida huye con los diablos que nadie,
nadie entiende; y así avivan las llamas.
Ojalá llueva en el verde prado
y el río y su frescor amen las flores.
Me veréis entonces consumido, blanco de amor
como el amante desvariado en la noche.
Ojalá Lluvia cure esta llaga tan grande
y los diablos no me den consuelo.
Que venga la hora del ensueño
al olvido en esta claridad que no alivia.
Por el cielo y hasta el final del día
que venga, pues ya soy muerte rápida,
dorada fruta que de tus manos cojo
y gozo, miro y amo, toco y bendigo.
3 comentarios:
Me transportaste con este poema a un poema del Chinato que viene a decir
"soledad, que te pegas a mi alma como esa dulce soledad...
Ultimamente te encuentro más buscando lo eterno, no sé.
Un poema con transcendencia, pese a los elementos naturales. Me gustó.
Besos desde mi orilla.
Ojalá...
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